(7/10) RECOMENDADA
En «El aprendiz», la película de Ali Abbasi, se presenta un retrato fascinante de los años formativos de Donald Trump, centrándose en su relación con el infame abogado Roy Cohn. Interpretado por Sebastian Stan, Trump es mostrado como un joven ambicioso pero inseguro, cuya educación en el poder y la crueldad le llega de la mano de Cohn, interpretado con intensidad por Jeremy Strong. El filme se ambienta en los años 70, cuando Trump comienza a establecer su imperio inmobiliario en Nueva York, y se enfoca en los eventos que moldearon su personalidad, presentando una evolución interesante del joven magnate en proceso de convertirse en el líder controversial que todos conocemos.
Uno de los mayores aciertos de la película es la forma en que captura el dinamismo de la relación entre Cohn y Trump. Cohn, retratado como un tiburón de la ley despiadado, ve en Trump a un hombre moldeable, ambicioso pero carente de la crueldad necesaria para sobrevivir en los círculos de poder. Es en este contexto que la película plantea uno de sus temas centrales: el aprendizaje del poder como una herramienta de destrucción. El guion de Gabriel Sherman destaca cómo Cohn enseña a Trump sus tres reglas para triunfar: atacar sin piedad, negar todo y jamás admitir la derrota. Estas lecciones son las que, según el filme, dan forma a la mentalidad que definiría a Trump en los años posteriores.
Sebastian Stan sorprende al capturar los matices de un joven Trump que aún no ha abrazado por completo la arrogancia despiadada que lo caracteriza en la actualidad. Su interpretación equilibra el carisma torpe del joven empresario con la creciente determinación de convertirse en alguien poderoso. En contraste, Strong ofrece una actuación magnética, encarnando a Cohn como un manipulador implacable que opera desde las sombras, sacando provecho de la corrupción y el chantaje. Las escenas entre ambos actores son cargadas de tensión, con Cohn ejerciendo una influencia paternal retorcida sobre Trump, quien absorbe cada lección con una mezcla de admiración y temor.
La primera mitad de la película es indudablemente cautivadora. Nos presenta a un Trump en formación, alguien que aún no ha desarrollado la gruesa piel de cinismo que lo definirá más adelante. Abbasi maneja esta parte de la historia con destreza, intercalando momentos de triunfo y fracaso mientras Trump aprende a navegar por el mundo del poder inmobiliario. La recreación de la época es meticulosa, y los escenarios de Nueva York en los años 70, junto con los entornos barrocos y opulentos que Trump eventualmente adoptaría, aportan autenticidad a la narrativa.
Sin embargo, a medida que el relato avanza, «El aprendiz» parece perder algo del impulso que la hacía tan intrigante en su primera parte. El guion sugiere que, en algún momento, Trump pasa de ser un hombre ambicioso pero relativamente humano, a una figura casi mecánica, un ser consumido por el narcisismo y la crueldad. Pero el cambio no se siente completamente justificado o explorado en profundidad. El momento en que Trump se vuelve contra Cohn, tratándolo con la misma frialdad con la que el abogado había tratado a otros, marca un punto de inflexión clave en la narrativa, pero la transición entre el Trump moldeado por Cohn y el hombre despiadado que luego traiciona a su mentor no está completamente bien trazada.
Otro aspecto que juega en contra de la película es su enfoque técnico. Aunque las tomas con cámara en mano y el estilo semidocumental aportan cierta veracidad, en ocasiones la película se siente demasiado televisiva en su ejecución visual, lo que le resta el impacto cinematográfico que uno esperaría de una historia de tal envergadura. Además, aunque la recreación de los entornos es precisa, la obsesión por lo visualmente suntuoso a veces eclipsa la profundidad emocional que podría haberse explorado más.
El guion también toca uno de los grandes misterios sobre Trump, algo que muchos se preguntan hasta hoy: ¿Cree Trump en sus propias mentiras? El filme aborda esta cuestión de manera tangencial, sin comprometerse a una respuesta clara. Es una de las incógnitas que sigue flotando sobre el personaje, y la película parece contentarse con dejarla abierta, lo que podría decepcionar a quienes esperen una introspección más profunda sobre la psicología de Trump. Esto lleva a uno de los puntos débiles del filme: aunque se nos muestra cómo Trump se convierte en el hombre implacable que conocemos, la película no explora completamente el «por qué». Las motivaciones detrás de sus acciones, más allá del poder por el poder mismo, siguen siendo en gran parte un misterio.
En resumen, «El aprendiz» es una obra intrigante que logra capturar con eficacia una parte esencial del desarrollo de Donald Trump, enfocándose en los años que moldearon su visión del mundo. Las actuaciones de Stan y Strong son destacables, y la película ofrece una mirada fascinante a la relación entre Cohn y Trump. Sin embargo, la película no logra desentrañar completamente el enigma que rodea al ex presidente, lo que deja una sensación de que, a pesar de todo lo que muestra, el verdadero misterio de Trump sigue sin resolverse.
CONCLUSIÓN
El Aprendiz brilla por sus actuaciones poderosas y su exploración de la ambición, pero se ve empañada por un ritmo inconsistente que debilita el impacto emocional de su historia. Si bien la película ofrece momentos de verdadera tensión moral y conflicto personal, su desenlace algo predecible limita su potencial. «Una cautivadora mirada al costo del éxito, aunque su ejecución no siempre esté a la altura de su ambición.» Un drama intenso que atrapará a los que disfrutan de complejidades morales y dilemas éticos.
El Aprendiz llegará a los cines peruanos el próximo 24 de octubre. Puedes ver el tráiler a continuación.