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Alien: Romulus | Análisis

(8/10) ALTAMENTE RECOMENDADA

La franquicia Alien ha sido, desde su nacimiento en 1979, un referente clave para el género de ciencia ficción y terror. Con el tiempo, las diferentes entregas han intentado mantener vivo y replicar el impacto que causó la película original, pero pocas han logrado captar esa mezcla de terror claustrofóbico y cósmico que convirtió a las dos primeras películas en clásicos atemporales. Ahora, Alien: Romulus, dirigida por Fede Álvarez, promete recuperar esa esencia perdida. Aunque es evidente que nada logrará revivir completamente aquellas sensaciones, esta entrega se posiciona como una gran secuela que mezcla nostalgia con nuevas dosis de tensión, horror y, sorpresivamente, la acción de Aliens.

En ese sentido, uno de los puntos más fuertes de Alien: Romulus es su marcada vuelta a los elementos esenciales de la franquicia. Álvarez, consciente del legado que tiene entre manos, evita las complicaciones filosóficas de las precuelas de Ridley Scott, para ofrecer una narrativa más directa y accesible. La premisa es sencilla: un grupo de trabajadores interestelares se enfrenta nuevamente a los horrores que habitan en una estación espacial aparentemente abandonada. Este regreso a lo básico se siente refrescante, especialmente tras las pretensiones metafísicas de Prometheus y Alien: Covenant, que alienaron a una parte considerable de la audiencia.

La ambientación es, sin duda, uno de los aspectos más logrados de la película. La estación espacial gemela Romulus y Remo, dividida en dos mitades, es un entorno que transmite una sensación palpable de abandono y peligro. El diseño de producción de Naaman Marshall se inspira claramente en la estética de la primera película, con un espacio vivido y desgastado que parece tener su propia historia oculta. Este enfoque ayuda a sumergir al espectador en un mundo que se siente tangible y real, donde cada pasillo y cada habitación podría esconder un peligro letal.

En términos de actuaciones, Cailee Spaeny como Rain Carradine y David Jonsson como Andy resaltan del resto de la improvisada tripulación como el corazón emocional de la película. Spaeny ofrece una interpretación contenida pero efectiva, que evoca la resiliencia de Ripley sin caer en la imitación directa. Jonsson, gracias a su rango dramático, aporta una profundidad inesperada a Andy, un androide cuya evolución y dilemas morales añaden una capa interesante a la historia. Sin embargo, el desarrollo de los personajes secundarios es más limitado, lo que podría haber enriquecido aún más la experiencia.

Álvarez demuestra su habilidad para construir tensión en varias secuencias memorables. La carrera por el pasillo lleno de abrazacaras (Facehuggers) y la secuencia del ascensor son momentos que capturan el espíritu de la franquicia, combinando horror, suspenso y una tensión que crece a cada segundo. Sin embargo, es en el tercer acto donde la película muestra tanto su mayor ambición como su mayor debilidad. Ese «cambio de rumbo» seguramente será motivo de debate y objeto de teorías para los fanáticos más acérrimos de la franquicia Alien. Para el espectador menos intenso en la saga, este final podría ser una sorpresa o parecer una exageración que desentona con el tono previamente establecido.

Aunque como fan no podría estar más agradecido por los homenajes a Alien y Aliens, soy consciente de que uno de los aspectos más polémicos de Alien: Romulus será su fan service. A lo largo de la película, hay múltiples referencias a las entregas anteriores, desde los abrazacaras hasta los droides con nombres conocidos. Aunque algunas de estas referencias son efectivas, otras se sienten demasiado calculadas y pueden distraer del flujo natural de la historia. Un ejemplo notable es la recreación digital de un personaje del primer Alien, que si bien intenta ser un homenaje, termina destacando por su falta de realismo en comparación con los efectos prácticos de la película.

Finalmente, Alien: Romulus es un retorno digno a una franquicia que ha luchado por encontrar su identidad en los últimos años. Álvarez ofrece una película que, si bien no alcanza las alturas de sus predecesoras más veneradas, logra capturar parte de la atmósfera opresiva y el horror visceral que definieron a Alien. Con una trama sencilla, un entorno bien construido y algunas actuaciones destacadas, Romulus se presenta como una adición sólida al universo Alien, aunque quizás no sea la reinvención visionaria que algunos esperaban. Para los fanáticos de la franquicia, es una entrega que merece ser vista, incluso si solo es para revivir, por un momento, el terror de enfrentarse a lo desconocido en las oscuras profundidades del espacio.

CONCLUSIÓN

Alien: Romulus llega a los cines peruanos este jueves 15 de agosto. Puedes ver el tráiler a continuación.

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