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ANTONBLAST | Análisis (PC)

(8/10) ALTAMENTE RECOMENDADO

El género de plataformas ha sido testigo de innumerables intentos por capturar la esencia frenética y catártica de títulos clásicos como Wario Land, un legado que parecía perdido hasta la llegada de propuestas como Pizza Tower. Sin embargo, Antonblast no solo recoge esta antorcha, sino que la lleva a un territorio más salvaje, ruidoso y agresivo, haciendo de su experiencia un homenaje visceral a los juegos de la era de Game Boy Advance. Este juego logra sobresalir como un tributo honesto y, al mismo tiempo, como una carta de amor a una época en la que los videojuegos no tenían miedo de ser completamente absurdos y ruidosos.

Gracias a la desarrolladora Summitsphere y el publisher Joystick Venture por el código para prensa usado en la realización de este análisis.

Desde el primer momento, Antonblast deja claro que no busca complacer a todos, sino a un público específico que añora un diseño de plataformas en el que la jugabilidad es caótica, los personajes son caricaturescos y la estética es intencionalmente retro. Tomando como inspiración el estilo de animación grotesca y surrealista de series como Ren & Stimpy o Beavis and Butthead, el juego establece un tono irreverente donde cada nivel, animación y sonido está diseñado para exasperar los sentidos. Este exceso visual y auditivo, aunque claramente intencionado, puede dividir opiniones; mientras algunos lo considerarán parte de su encanto, otros podrían encontrarlo agotador tras sesiones prolongadas.

El núcleo jugable de Antonblast se basa en una mecánica sencilla pero efectiva: destruir, correr y escapar mientras todo se derrumba a tu alrededor. Esta fórmula, heredada directamente de Wario Land, se siente moderna gracias a su ritmo trepidante y sus controles receptivos. En la piel de Anton, armado con un martillo gigante, o Annie, su compañera de andanzas, el jugador debe abrirse paso a través de niveles llenos de enemigos, trampas y secretos. La sensación de velocidad y caos se intensifica conforme se avanza, generando una experiencia que premia la destreza y castiga la falta de precisión, pero nunca se siente injusta.

El diseño de niveles es uno de los puntos más fuertes de Antonblast. Cada escenario está construido con una clara intención de fomentar el aprendizaje y la experimentación. Los primeros niveles actúan como tutoriales camuflados, enseñando al jugador a usar herramientas como el martillo para propulsarse más rápido, romper muros o activar interruptores. Conforme se progresa, el diseño se vuelve más intrincado, introduciendo desafíos que requieren un uso creativo de las habilidades. Sin embargo, algunos niveles sufren de cierta repetitividad en su estructura, lo que podría desmotivar a aquellos que esperen mayor variedad en los retos.

Visualmente, Antonblast se compromete con una estética de la era GBA que raya en lo exagerado. Los gráficos pixelados, los colores saturados y las animaciones desbordantes de energía logran capturar la esencia de una época pasada, pero con un nivel de detalle que claramente no podría haberse logrado en un hardware real de Game Boy Advance. Este compromiso con lo retro es tanto una fortaleza como una debilidad: aunque resulta nostálgico y encantador, en momentos de alta acción la pantalla puede sentirse sobrecargada, dificultando distinguir detalles importantes, como enemigos o plataformas críticas.

Una de las características más destacadas es el sistema de movimiento, que incorpora elementos como el martilleo en el suelo para ganar velocidad o las maniobras de ritmo para mantener el impulso. Este diseño fomenta un flujo constante, invitando al jugador a dominar la física del juego para superar los niveles con mayor rapidez y estilo. No obstante, esta misma velocidad puede convertirse en un obstáculo en niveles más avanzados, donde la precisión es clave. Un pequeño error de cálculo puede significar la diferencia entre el éxito y un fracaso frustrante, especialmente durante las secuencias de escape contrarreloj.

En términos de audio, Antonblast brilla con una banda sonora que combina melodías energéticas con efectos de sonido exagerados y hasta clips de voz pixelados. Estos últimos añaden un toque humorístico, pero también pueden volverse monótonos con el tiempo, especialmente en niveles donde las interacciones son constantes. Aun así, el diseño sonoro encaja perfectamente con el tono estridente del juego, creando una atmósfera que amplifica su sensación de caos y diversión.

La narrativa, aunque simple, está cargada de humor absurdo y situaciones surrealistas. La premisa del juego gira en torno a recuperar una colección de bebidas espirituosas robadas por un ejército de hombres topo liderados por Satanás, quien está celoso de que Anton sea más rojo que él. Este planteamiento ridículo establece el tono desde el principio, dejando claro que Antonblast no se toma a sí mismo en serio. Este enfoque funciona a su favor, permitiendo que la narrativa actúe más como un contexto que como un elemento central, lo cual es apropiado para este género.

Sin embargo, no todo es perfecto en Antonblast. A pesar de su compromiso con la estética retro, algunos elementos visuales pueden resultar confusos, especialmente cuando los personajes se reducen a unas pocas líneas de píxeles en el fondo. Esto afecta negativamente la claridad en momentos críticos, haciendo que ciertos saltos o enfrentamientos se sientan más difíciles de lo necesario. Además, aunque el diseño de niveles es generalmente sólido, algunos segmentos pueden parecer poco inspirados, repitiendo patrones que ya se han visto anteriormente.

La jugabilidad con Anton y Annie ofrece ligeras diferencias que añaden variedad, pero no lo suficiente como para sentir que cada personaje tiene un estilo completamente único. Mientras Anton se especializa en el martillo, Annie utiliza gas pimienta como arma secundaria, lo que cambia ligeramente el enfoque del combate. Sin embargo, ambos personajes comparten la mayoría de las habilidades básicas, lo que podría decepcionar a quienes esperen una mayor diversidad en los estilos de juego.

Un aspecto que destaca es el nivel de personalización y accesibilidad. Aunque Antonblast está claramente diseñado para desafiar al jugador, ofrece algunas opciones para ajustar la dificultad, lo que lo hace más accesible para aquellos que buscan una experiencia menos punitiva. Esto es especialmente importante en un juego que puede volverse implacable en los niveles más avanzados, donde la combinación de velocidad, precisión y caos visual puede abrumar incluso a jugadores experimentados.

En cuanto a la duración, Antonblast ofrece una campaña principal que puede completarse en unas pocas horas, pero con suficiente contenido adicional para justificar múltiples partidas. Los coleccionables, secretos y desafíos contrarreloj añaden rejugabilidad, aunque algunos podrían encontrar que estos elementos no son lo suficientemente atractivos como para regresar después de la primera vuelta.

En resumen, Antonblast es un título que captura la esencia de un género olvidado y la amplifica con una estética retro y una jugabilidad frenética. Aunque no está exento de defectos, como problemas de claridad visual y ciertos niveles repetitivos, logra destacarse como una experiencia emocionante y profundamente nostálgica. Es un juego que entiende lo que quiere ser y no tiene miedo de abrazar su identidad caótica y extravagante.

Si eres fanático de los juegos de plataformas que desafían tus reflejos y te sumergen en un caos controlado, Antonblast es una experiencia que no te decepcionará. Sin embargo, si prefieres un diseño más relajado o visuales menos saturados, puede que este no sea el juego para ti. En cualquier caso, su compromiso con el estilo y su energía desenfrenada lo convierten en un título que merece la pena probar, aunque solo sea para experimentar el frenesí de golpear todo con un martillo gigante.

CONCLUSIÓN

Antonblast llega a PC a través de Steam este 3 de diciembre, mientras que la versión para Nintendo Switch llegará próximamente. Puedes ver el tráiler final a continuación.

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