(7.5/10) RECOMENDADO
El mundo de los videojuegos basados en anime siempre ha sido un terreno pantanoso donde pocos títulos logran sobresalir. Bleach: Rebirth of Souls llega en un momento particuñar, justo cuando la franquicia ha regresado con un nuevo arco adaptado al anime, pero tras jugarlo en PC durante varios dias, me queda la sensación de que estamos ante una oportunidad desperdiciada que no termina de capitalizar todo el potencial que Bandai tenía entre manos. La nostalgia puede ser un arma de doble filo, y en este caso parece haberse priorizado el fan service sobre la creación de una experiencia realmente sólida y memorable.
Gracias a Bandai Namco Latinoamerica por el código para prensa usado en la realización de este análisis.
Desde el primer arranque, el juego muestra sus contradicciones más evidentes. Por un lado, nos recibe con una intro espectacular que recrea con fidelidad el estilo visual del anime, que inmediatamente transporta a cualquier fan a los mejores momentos de la serie. Sin embargo, esta primera impresión positiva se desvanece rápidamente al encontrarnos con unos menús que parecen sacados de una entrega de PlayStation 3, con una interfaz genérica que no refleja en absoluto la estética única del universo Bleach. Esta desconexión entre lo que el juego promete y lo que realmente ofrece se convierte en una constante a lo largo de toda la experiencia.
El modo historia, que debería ser el plato fuerte del juego, resulta ser su aspecto más decepcionante. Aunque cubre una cantidad considerable de contenido narrativo -desde los primeros encuentros de Ichigo con Rukia hasta el clímax del arco de los Arrancar, la ejecución es tan torpe que termina por diluir todo el impacto emocional que estas escenas tuvieron originalmente. Las cinemáticas importantes están bien producidas, con las voces originales japonesas y ángulos cinematográficos que recrean momentos clave, pero representan apenas un 30% del total. El resto del tiempo nos vemos obligados a presenciar escenas estáticas donde los personajes, cuyos modelos tienen expresiones faciales limitadísimas, interactúan sobre fondos borrosos con una animación que raya en lo patético.
Los saltos narrativos son otro problema grave. Como alguien que no conoce cada detalle del manga, me encontré en varias ocasiones completamente perdido ante transiciones abruptas que omitían desarrollo de personajes cruciales o momentos emocionalmente significativos. Un ejemplo particularmente doloroso ocurre durante el arco de la Sociedad de Almas, donde el juego pasa directamente del entrenamiento de Ichigo con Yoruichi a la batalla contra Byakuya, eliminando por completo toda la tensión dramática relacionada con Rukia y su pasado. Estos atajos narrativos convierten lo que debería ser una experiencia inmersiva en un simple checklist de momentos icónicos desprovistos de contexto.
El sistema de combate es donde el juego muestra algunos destellos de verdadero potencial. La mecánica de «almas» en lugar de la tradicional barra de vida es una idea interesante que, cuando funciona, puede generar momentos realmente épicos. Hay una satisfacción genuina en esquivar un ataque mortal en el último segundo, activar tu Bankai y rematar al oponente con un Getsuga Tensho perfectamente ejecutado. Sin embargo, estas situaciones son la excepción y no la norma, ya que el juego falla estrepitosamente en explicar adecuadamente sus sistemas más profundos. Pasé las primeras dos horas simplemente machacando botones como un necio hasta que, casi por accidente, descubrí que mantener presionado el botón de esquivar activaba un contraataque especial. El tutorial es un muro de texto impenetrable lleno de términos como «Hakugeki» y «Reishi» que confunden más de lo que aclaran.
La selección de personajes es otro aspecto que demuestra la naturaleza contradictoria del juego. Por un lado, es admirable la cantidad de luchadores incluidos (más de 30), cada uno con sus movimientos característicos y transformaciones únicas. Ichigo, por ejemplo, puede acceder a sus diferentes formas incluyendo el Bankai y el Hollow, con animaciones fieles al material original. Sin embargo, esta amplitud se ve empañada por un balance pésimo que hace que ciertos personajes sean claramente superiores a otros. Byakuya y Kenpachi son francamente rotos, capaces de arrasar con cualquier oponente sin mucho esfuerzo, mientras que personajes cuerpo a cuerpo como Yoruichi tienen que sudar sangre para conseguir victorias. Esta disparidad se hace especialmente evidente en el modo online, donde durante mi primera semana de juego aproximadamente el 80% de los rivales que encontré usaban a Byakuya spameando sus ataques de pétalos a distancia.
Lo peor vino después. A la segunda semana, ya no encontraba a nadie. Me pasaba 15 minutos esperando para que al final me emparejaran con el mismo tipo de siempre, el que tenía una conexión peor que el internet de la Sociedad de Almas. Cuando por milagro conseguía una partida decente, se notaba que el juego podría ser bueno… si tan solo la gente siguiera jugando. Pero con los personajes rotos y lo repetitivo que se vuelve, la mayoría se fue. Una pena, porque la idea de las almas en vez de vida normal prometía peleas intensas, y con el lag que hay, esquivar era pura suerte. Al final, terminé volviendo al modo historia para no frustrarme más.
El apartado artístico es quizás uno de los pocos aspectos donde el juego brilla consistentemente. Los diseños de personajes capturan perfectamente el estilo de Tite Kubo, especialmente durante las secuencias de Bankai y los movimientos especiales, que están animados con un cuidado evidente. Las voces japonesas ayudan a mantener la autenticidad de la experiencia, aunque esto hace más doloroso aún que el resto de la producción no esté a la altura. Los escenarios, aunque visualmente fieles a los lugares icónicos de la serie, se sienten increíblemente vacíos y estáticos, como meros decorados en lugar de espacios vivos.
En medio de estos problemas, hay algunos destellos de calidad que merecen reconocimiento. El modo arcade funciona bien para partidas rápidas cuando no quieres lidiar con los problemas del online, y algunos personajes secundarios como Urahara o Mayuri tienen movimientos creativos que reflejan bien sus personalidades excéntricas. Las transformaciones de Bankai, como mencioné antes, están muy bien logradas visualmente, y hay una genuina emoción la primera vez que activas el Bankai de Byakuya o ves a Ichigo transformarse en su versión Hollow.
Pero estos momentos aislados de brillantez no son suficientes para salvar una experiencia tan desigual. Bleach: Rebirth of Souls es el típico juego que te deja con la sensación de «pudo haber sido». Cuando acierta, te hace sentir como un auténtico Shinigami blandiendo su Zanpakutō contra hordas de Hollows. Pero cuando falla (y lo hace con frecuencia), te recuerda por qué llevábamos más de una década sin un juego importante de esta franquicia.
¿Merece la pena comprarlo? Depende completamente de tu nivel de fanatismo por Bleach. Si eres un seguidor de la serie capaz de ignorar fallos técnicos y diseños cuestionables con tal de controlar a tus personajes favoritos, quizás encuentres algo de diversión, especialmente si lo consigues en descuento. Si buscas un juego de pelea competitivo y bien equilibrado, hay opciones mucho mejores en el género anime.
CONCLUSIÓN
Rebirth of Souls es como el Hollow de Ichigo: tiene un poder inmenso, pero carece del control necesario para aprovecharlo plenamente. Una pena, porque con un poco más de tiempo, cuidado y respeto por los jugadores, podría haber sido el juego que esta franquicia merecía después de tanto tiempo. En su lugar, nos queda un producto irregular que, como tantos otros juegos de anime antes que él, parece conformarse con ser simplemente «suficientemente bueno» para los fans más acérrimos. Y en 2025, eso ya no es suficiente.
Bleach: Rebirth of Souls está disponible en PC a través de Steam, en PlayStation 4|5 y Xbox Series X|S. Puedes ver el tráiler a continuación.