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Daredevil: Born Again | Análisis

(8.5/10) ALTAMENTE RECOMENDADO

El regreso de Daredevil al universo televisivo de Marvel ha sido un viaje largo y accidentado. Tras su abrupta cancelación en Netflix en 2018, la serie dejó una huella imborrable en los fanáticos del personaje, estableciendo un estándar de calidad difícil de igualar dentro de la Casa de las Ideas. Ahora, con «Daredevil: Born Again», Marvel Studios y Disney+ intentan revivir la historia de Matt Murdock con un enfoque renovado que mezcla la continuidad con una reinterpretación parcial de los eventos previos. El resultado es un producto que, si bien logra capturar ciertos aspectos del legado de la serie original, se tambalea al intentar modernizar su discurso y adaptarlo a las exigencias narrativas de su nueva plataforma.

Uno de los aspectos más llamativos de «Born Again» es su intento por abordar temáticas sociales contemporáneas a través de la figura de Wilson Fisk. El antiguo gánster, interpretado nuevamente por Vincent D’Onofrio, busca convertirse en alcalde de Nueva York, un arco argumental inspirado en los cómics, pero con una carga política que se siente más relevante que nunca. La serie juega deliberadamente con paralelismos entre Fisk y figuras políticas reales, insinuando una crítica a líderes populistas sin comprometerse del todo con una postura contundente. Sin embargo, esta aproximación pierde fuerza conforme avanza la historia, ya que las implicaciones de su ascenso político se ven opacadas por una narrativa que prioriza el espectáculo sobre la profundidad temática.

El tratamiento de Matt Murdock, interpretado nuevamente por Charlie Cox, también es motivo de debate. Si bien Cox sigue encarnando al personaje con la misma intensidad y carisma que en la serie original, su versión de Daredevil en «Born Again» parece más suavizada y menos atormentada. La serie intenta balancear la dualidad entre el abogado comprometido y el vigilante implacable, pero en el proceso diluye gran parte de la complejidad psicológica que hizo de este personaje uno de los más interesantes del catálogo de Marvel. Su arco personal se siente más disperso, y aunque su relación con Foggy Nelson y Karen Page intenta retomar dinámicas conocidas, la química entre los actores no tiene el mismo peso narrativo que antes.

La estructura narrativa de «Born Again» es otro de sus puntos conflictivos. A diferencia de la serie de Netflix, que adoptaba un enfoque más serializado con una progresión argumental constante, esta nueva entrega opta por una estructura más fragmentada, con episodios que a veces se sienten desconectados entre sí. Este problema puede atribuirse a los cambios creativos que sufrió la serie durante su producción, con un equipo de guionistas reemplazado a mitad de camino y una reestructuración del proyecto que afectó su coherencia interna. La irregularidad en la calidad de los episodios es evidente, con algunos capítulos que logran capturar la esencia del personaje y otros que parecen meros rellenos dentro del esquema general.

A nivel visual, «Born Again» mantiene una estética cuidada, pero se aleja del estilo crudo y callejero que caracterizó la serie original. La cinematografía es más pulida y estilizada, con una iluminación menos contrastada y un uso del color que busca resaltar la elegancia de ciertos escenarios. Sin embargo, esta decisión le resta parte del realismo que definía a «Daredevil» en Netflix, haciendo que algunas secuencias de acción se sientan menos viscerales y más coreografiadas. Aunque las peleas siguen siendo un punto fuerte, con coreografías bien ejecutadas y un uso inteligente del entorno urbano, la falta de una dirección visual distintiva hace que la serie pierda parte de su identidad.

El regreso de personajes icónicos como el Punisher de Jon Bernthal es uno de los elementos más llamativos de la serie, pero su inclusión no siempre se siente orgánica. Bernthal sigue entregando una actuación magnética como Frank Castle, y cada una de sus apariciones eleva la intensidad de la narrativa. Sin embargo, su papel dentro de la historia parece más una estrategia para generar interés que una decisión narrativa bien integrada. Algo similar ocurre con otros personajes secundarios, como Vanessa Fisk y Dex Poindexter, quienes tienen momentos destacados, pero carecen de una construcción sólida que justifique su presencia en la historia.

Uno de los mayores problemas de «Born Again» es su incapacidad para definir con claridad el tono de la serie. Mientras que la versión de Netflix abrazaba un enfoque adulto con temáticas complejas y un desarrollo pausado, esta nueva iteración intenta balancear ese legado con el estilo más ligero y accesible de las producciones de Disney+. El resultado es un híbrido que no termina de encontrar su identidad, alternando entre secuencias de acción brutales y momentos de comedia que rompen la inmersión. Esta inconsistencia afecta la experiencia general, haciendo que la serie se sienta indecisa sobre qué tipo de historia quiere contar.

A pesar de sus fallas, «Born Again» tiene destellos de brillantez que demuestran el potencial de la franquicia. Las interacciones entre Murdock y Fisk siguen siendo uno de los puntos más fuertes de la historia, y la serie logra construir algunos momentos de tensión genuina que recuerdan por qué estos personajes han sido tan relevantes en el universo Marvel. Además, la exploración del impacto social del vigilantismo y la corrupción política, aunque superficial, añade una capa de relevancia que podría haber sido mejor aprovechada con un guion más sólido.

CONCLUSIÓN

Los dos primeros episodios de Daredevil: Born Again están disponibles a partir del 4 de marzo en exclusiva por Disney+. Puedes ver el tráiler a continuación.

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