Icono del sitio Hablemos con Spoilers

El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim (The Lord of the Rings: The War of the Rohirrim) | Análisis

(07/10) RECOMENDADO

Desde que se anunció El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, las expectativas sobre cómo se adaptaría esta precuela ambientada en el legendarium de Tolkien fueron tan altas como cautelosas. Enmarcada en el mismo universo cinematográfico que las aclamadas trilogías de Peter Jackson, pero narrada en un formato de anime, esta producción de Kenji Kamiyama prometía ofrecer un giro estilístico fresco. Sin embargo, el resultado final deja una sensación de que, aunque hay momentos brillantes, la película no logra consolidar una identidad que justifique plenamente su existencia en este universo cinematográfico.

La premisa de La Guerra de los Rohirrim tiene potencial: explorar los orígenes del Abismo de Helm, un lugar icónico de Las Dos Torres, mientras se expande el trasfondo de Rohan. Con Éowyn como narradora, la historia se centra en Helm Hammerhand, un rey legendario de los Rohirrim, y su hija Héra, una invención para este filme. Este punto de partida, aunque intrigante, se enfrenta al desafío de justificar su relevancia frente al rico material de Tolkien. Lamentablemente, la película tropieza en su intento de construir una narrativa que se sienta indispensable para los seguidores de la saga, optando por una estructura que parece más interesada en recrear momentos familiares que en contar una historia completamente nueva.

Uno de los aspectos más evidentes de este problema es la dependencia de la película en referencias a las trilogías de Jackson. Desde frases icónicas como «Adelante, Eorlingas» hasta la reutilización de temas musicales de Howard Shore, La Guerra de los Rohirrim parece más interesada en apelar a la nostalgia que en construir un lenguaje visual y narrativo propio. Esto, en lugar de fortalecer la experiencia, subraya las comparaciones desfavorables con sus predecesoras. Las escenas de batalla, aunque emocionantes en algunos momentos, se sienten como una versión reducida de la épica Batalla del Abismo de Helm en Las Dos Torres.

La creación de Héra como protagonista es un intento loable de agregar una figura femenina fuerte al legado de Tolkien, pero su inclusión parece más una corrección política que una decisión narrativa orgánica. Aunque su arco emocional tiene momentos de autenticidad, su desarrollo queda limitado por el guion, que parece más preocupado por exponer grandes temas sobre el sacrificio y el liderazgo que por darle profundidad como personaje. Brian Cox, como Helm, aporta una intensidad que eleva muchas de las escenas, pero incluso su carisma no puede compensar la sensación de que esta es una historia secundaria estirada para cumplir con el formato de largometraje.

El mayor problema de La Guerra de los Rohirrim reside en su ejecución visual. La decisión de realizarla en formato anime, si bien inicialmente prometedora, se ve obstaculizada por la animación inconsistente del estudio Sola Animation. Mientras que algunos encuadres estáticos son visualmente impresionantes, las secuencias de acción, especialmente aquellas que involucran a caballos en movimiento, sufren por la falta de fluidez en la animación. La limitada cantidad de cuadros por segundo resta impacto a las batallas y reduce la sensación de escala épica que debería acompañar a una historia de esta magnitud. Esto no solo afecta la experiencia visual, sino que subraya la desconexión entre el medio elegido y la narrativa presentada.

A pesar de sus limitaciones, La Guerra de los Rohirrim tiene momentos rescatables. La exploración de las tradiciones de Rohan y la representación de su cultura muestran un respeto por el legado de Tolkien, y algunos diálogos logran capturar la esencia melancólica y heroica de la Tierra Media. Las contribuciones de Miranda Otto como narradora añaden un toque de familiaridad y peso emocional, aunque no logran rescatar del todo un guion que carece de la sutileza y profundidad necesarias para destacar.

La estructura narrativa también presenta problemas de ritmo. Mientras que las primeras etapas de la película construyen adecuadamente la tensión, el acto final se siente apresurado, sacrificando la construcción emocional por un clímax que, aunque espectacular en concepto, carece del impacto emocional que debería tener. Esto se debe, en parte, a la dependencia excesiva de clichés y tropos narrativos que resultan predecibles para cualquier espectador familiarizado con el género.

El tratamiento de los antagonistas es otro punto débil. El usurpador del Este que amenaza Rohan carece de la complejidad y motivación que caracterizan a los villanos más memorables de la saga. En lugar de un antagonista digno, obtenemos un personaje que sirve como una amenaza genérica, lo que disminuye el peso de los conflictos centrales de la historia.

Dicho esto, el mérito de la película radica en su ambición. La decisión de explorar un formato diferente y contar una historia más íntima en el contexto de la Tierra Media es valiente, aunque imperfectamente ejecutada. La Guerra de los Rohirrim no es una película desastrosa, pero tampoco logra alcanzar las alturas esperadas. Para los fanáticos más dedicados, puede ofrecer una experiencia entretenida y momentos de conexión con el mundo que aman, pero es difícil imaginar que deje una huella duradera en el legado de Tolkien.

En última instancia, El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim se siente más como un experimento que como una adición necesaria al canon de la Tierra Media. Su animación entrecortada, su dependencia en referencias nostálgicas y su narrativa poco inspirada limitan su capacidad para destacarse como algo más que una curiosidad. Es una película que puede satisfacer la curiosidad de los fanáticos, pero no logra justificar su existencia como una obra indispensable.

CONCLUSIÓN

El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim está disponible ahora mismo en las salas de cines. Puedes ver un adelanto exclusivo a continuación.

Salir de la versión móvil