(8.5/10) ALTAMENTE RECOMENDADO
Cuando Nintendo anunció Mario Kart World como la gran exclusiva de lanzamiento para Switch 2, lo que más llamó la atención no fue su apartado gráfico ni el plantel de personajes, sino la promesa de un mundo abierto conectado por pistas. Después de tantos años con circuitos independientes, la idea de recorrer un mapa entero, saltando de carrera en carrera sin cortes, parecía una evolución natural y ambiciosa. Lo curioso es que esa misma innovación es, a la vez, uno de los mayores aciertos del juego… y una de sus decepciones más notorias.
Arrancar una partida en Mario Kart World ya no se trata de elegir una copa con cuatro pistas sueltas, sino de embarcarse en una secuencia que tiene continuidad visual y temática. Uno empieza en una zona como Moo Moo Meadows y, sin pausa, avanza hasta terminar en la ladera de Choco Mountain. Es una transición que aporta cohesión y ayuda a que todo parezca parte de un mismo mundo. Al principio cuesta acostumbrarse, sobre todo si uno viene de memorizar cada pista como una experiencia aislada, pero con el tiempo esa fluidez se vuelve parte del encanto.
El modo Grand Prix sigue existiendo, aunque más integrado al mapa global. Sin embargo, lo más novedoso (y para muchos, lo más adictivo) es el Knockout Tour. Aquí, 24 jugadores corren en secuencia y van siendo eliminados en checkpoints a lo largo de seis pistas conectadas. Es, básicamente, un Battle Royale con karts. Y es brillante. El nivel de tensión que se genera al tratar de evitar quedar entre los últimos es altísimo, sobre todo porque nunca sabes qué locura puede ocurrir justo antes de cruzar un punto de control.
Pero no todo es competencia frenética. El juego también tiene un modo de exploración libre, donde el jugador puede recorrer el mapa sin apuros. Y ahí es donde Mario Kart World tropieza. El espacio es grande y visualmente impresionante, con cambios de clima y zonas vivas llenas de detalles simpáticos (como autobuses que recogen a Toads o Shy Guys), pero el contenido es limitado. Hay desafíos para recolectar monedas o realizar ciertos saltos, y se pueden desbloquear pegatinas o atuendos, pero todo se siente como un extra cosmético, sin verdadero peso en la experiencia central.
Parte del problema es que el mundo abierto tiene zonas vacías y trayectos que no aportan mucho. Algunas áreas se sienten como simples enlaces entre carreras, con largas rectas sin obstáculos ni objetos. Incluso dentro de ciertas pistas, hay segmentos que rompen el ritmo, como si el diseño estuviera más enfocado en conectar que en entretener. Nintendo ha experimentado con la fórmula, pero da la sensación de que se contuvo. El mundo abierto existe, pero no se animaron a llenarlo con contenido que de verdad te motive a explorarlo por horas.
Donde Mario Kart World brilla sin discusión es en la conducción. La física fue refinada para dar una sensación más precisa, más fluida. Derrapar, saltar y planear se sienten más naturales. Además, se incorporaron nuevas mecánicas como grindear sobre barandillas, hacer wallrides y ejecutar saltos con un sistema que requiere dejar de mover el joystick mientras se mantiene el derrape. Al principio cuesta dominarlo, sobre todo si uno viene con la memoria muscular de entregas anteriores, pero una vez aprendido, transforma la manera en que uno se enfrenta a cada circuito.
El sistema de rebobinado también es una novedad importante. En cualquier momento, se puede retroceder unos segundos para corregir errores. Es una herramienta útil, aunque su implementación no es perfecta. El botón que activa la función está mal ubicado por defecto, y no hay forma de remapearlo. Además, hay una barrera mental: ¿vale la pena rebobinar y perder tiempo, o conviene seguir y arriesgarse? Es una decisión táctica más que mecánica, y añade una capa inesperada de estrategia.
Otro cambio relevante es que ya no hay personalización de karts con ruedas, carrocerías y planeadores. Ahora se elige entre vehículos prediseñados con estadísticas fijas. A cambio, el juego ofrece una enorme cantidad de atuendos desbloqueables para los personajes. Esto le da alenco más personalidad y variedad visual, aunque se echa de menos esa libertad para ajustar el vehículo al estilo de conducción de cada jugador.
El plantel de personajes es generoso y diverso, incluyendo desde los clásicos como Mario, Luigi y Bowser, hasta criaturas curiosas como delfines o enemigos menores convertidos en corredores. Cada personaje tiene animaciones únicas y bailes personalizados que dan gusto ver, especialmente en la pantalla de selección o en los podios. Es uno de los juegos de Mario más expresivos hasta la fecha.
Visualmente, Mario Kart World es de lo mejor que ha ofrecido la franquicia. Las pistas están llenas de detalles, los biomas se sienten vivos y el juego corre con fluidez incluso en carreras con 24 jugadores. El caos en pantalla puede ser abrumador, pero nunca compromete el rendimiento. La música también destaca, con transiciones dinámicas entre estilos musicales según el lugar donde se corre. Jazz, funk, rock: todo se mezcla de forma orgánica y mantiene el ritmo de la acción.
Ahora bien, no todo es perfecto. Algunas decisiones de diseño pueden ser frustrantes. Por ejemplo, la falta de un modo 200cc limita la intensidad de las carreras para quienes buscan desafíos mayores. Además, las injusticias típicas de Mario Kart siguen presentes. Ser alcanzado por una combinación de proyectiles justo antes de cruzar la meta sigue siendo tan irritante como siempre, sobre todo en el modo Knockout, donde cualquier error se paga con la eliminación directa.
A pesar de todo, el modo online es sólido. Las partidas se cargan rápido, el emparejamiento funciona bien y la posibilidad de recorrer el mundo abierto mientras se espera entre carreras le da dinamismo al matchmaking. También se agradece que Nintendo haya recuperado la esencia de la clásica Batalla de Globos, aunque dejó fuera modos como Ladrón del Sol y Explosión Bob-Omb, que algunos fans seguramente extrañarán.
Como juego de lanzamiento para Switch 2, Mario Kart World cumple. No es una revolución total, pero sí una reinvención suficiente para sentirse fresco. Toma riesgos, prueba cosas nuevas, y aunque algunas no terminan de cuajar, al menos intenta ofrecer algo diferente. Es más exigente en su jugabilidad, más rico en circuitos, y mantiene intacta esa esencia de diversión caótica que ha hecho de Mario Kart una experiencia social incomparable.
CONCLUSIÓN
Mario Kart World no supera a Mario Kart 8 Deluxe en todos los aspectos, pero no lo necesita. Su ambición es otra: construir un mundo conectado donde cada carrera se sienta parte de algo más grande. Lo logra a medias, pero lo intenta con estilo. Y si eso no es suficiente, su modo Knockout por sí solo justifica las horas de juego. Es una nueva etapa para la saga, y aunque el camino no es perfecto, es uno que vale la pena recorrer con el acelerador a fondo.
Mario Kart World está disponible en exclusiva para Nintendo Switch 2. Puedes ver el tráiler de lanzamiento a continuación.