Paddington en Perú (Paddington in Peru) | Análisis

(7.5/10) RECOMENDADA

La esperada tercera entrega de la saga del oso Paddington, titulada Paddington en Perú, marca el regreso de uno de los personajes más entrañables y adorados de la literatura infantil al cine. Con su característica ternura, el icónico oso de sombrero rojo y chaqueta azul se embarca en una nueva aventura, esta vez en su tierra natal, Perú. Sin embargo, aunque la película mantiene algunos de los elementos que han hecho de Paddington un personaje universalmente querido, también exhibe signos evidentes de fatiga narrativa, lo que la aleja del nivel excepcional alcanzado por sus predecesoras.

En esta ocasión, el argumento gira en torno a la búsqueda de Paddington por reencontrarse con su tía Lucy, quien lo crió antes de que emprendiera su viaje a Londres. La narrativa promete desde el principio un viaje emocional y visualmente espectacular, con la familia Brown acompañando a Paddington en su aventura por la selva amazónica. Este cambio de escenario introduce nuevos paisajes y personajes, incluyendo a Olivia Colman como una monja con un pasado enigmático y Antonio Banderas como el capitán Hunter Cabot, un personaje más caricaturesco que memorable.

La dirección, ahora en manos de Dougal Wilson, muestra un enfoque diferente al de Paul King, quien estableció un alto estándar con las dos primeras entregas. Aunque Wilson logra recrear parte del encanto visual que caracteriza a la franquicia, su dirección carece de la fluidez y el toque mágico que King aportó. Las escenas de acción, que incluyen naufragios, persecuciones en hidroaviones y momentos de suspenso en cascadas, buscan aumentar la intensidad, pero a menudo resultan forzadas y restan protagonismo a los momentos de humor sencillo y conmovedor que definieron las entregas anteriores.

Uno de los puntos más débiles de la película es su guion. Aunque intenta capturar la esencia de Paddington como un ícono de bondad y tolerancia, la historia se siente sobrecargada y con poca cohesión. La comedia, uno de los pilares de la saga, también se resiente; los chistes son explicados en exceso, lo que subestima la inteligencia del público joven y agota la paciencia de los adultos. Además, la falta de un villano carismático, como lo fueron Nicole Kidman y Hugh Grant en las entregas anteriores, deja un vacío que ni Colman ni Banderas logran llenar.

En cuanto a los personajes principales, Paddington sigue siendo un deleite gracias al impecable trabajo de animación que da vida al oso. Sin embargo, la familia Brown, que siempre ha sido una parte integral del corazón de la saga, se siente relegada. Emily Mortimer reemplaza a Sally Hawkins como la señora Brown, pero su interpretación carece de la calidez y chispa que hacía tan memorable a su predecesora. Hugh Bonneville también parece desgastado en su papel como el señor Brown, mientras que los hijos de la familia tienen arcos narrativos superficiales que no aportan mucho a la trama general.

El aspecto visual de la película es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. Los vibrantes paisajes de la selva amazónica, combinados con elementos de diseño retro como hidroaviones y artefactos antiguos, crean un deleite visual. Sin embargo, esta riqueza estética no logra compensar las deficiencias narrativas, y en algunos momentos incluso parece que el enfoque excesivo en el diseño de producción distrae de la historia principal.

Uno de los temas centrales de la película, el regreso de Paddington a sus raíces y su búsqueda de identidad, tiene un gran potencial emocional, pero se explora de manera superficial. La película apenas rasca la superficie de lo que podría haber sido una reflexión profunda sobre el significado de hogar y familia, prefiriendo en su lugar centrarse en escenas de acción que, aunque entretenidas, carecen de verdadera sustancia.

El humor físico y las situaciones de slapstick que han sido una marca registrada de la franquicia están presentes, pero carecen de la frescura y creatividad que hicieron memorables a las entregas anteriores. Las secuencias que involucran a Paddington y una tarántula, o sus interacciones con los pintorescos personajes de la selva, se sienten más como una repetición de fórmulas anteriores que como algo genuinamente nuevo.

Olivia Colman, aunque siempre carismática, parece atrapada en un papel que no aprovecha todo su talento. Su personaje, una monja alegre con un secreto, carece de la complejidad o el encanto que podría haber enriquecido la historia. Por su parte, Antonio Banderas entrega una actuación que, aunque divertida en algunos momentos, nunca alcanza el nivel de extravagancia o profundidad que podría haber hecho de su personaje algo más que un estereotipo.

La película también intenta abordar temas como la importancia de la familia y el impacto del tiempo en las relaciones, pero lo hace de manera apresurada y sin la delicadeza que estos temas requieren. Las escenas finales, que deberían ser emocionalmente impactantes, se sienten más manipuladoras que sinceras, lo que diluye el impacto emocional de la película.

A pesar de sus defectos, Paddington en Perú sigue siendo una experiencia cinematográfica superior a la mayoría de las películas dirigidas a un público familiar. El carisma inherente de Paddington y la calidad de la animación son suficientes para mantener el interés de los espectadores, y hay momentos de verdadera ternura y humor que recuerdan por qué este oso es un ícono cultural.

CONCLUSIÓN

Paddington en Perú llega a los cines peruanos el próximo jueves 16 de enero. Puedes ver el tráiler a continuación.