(7.5/10) RECOMENDADO
La historia del cine ha abordado en múltiples ocasiones eventos históricos desde diferentes perspectivas, pero pocas veces una película ha tomado una postura tan rigurosa y limitada como Septiembre 5, el thriller periodístico de Tim Fehlbaum que se sumerge en la crisis de los rehenes durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. En lugar de un relato grandilocuente sobre el conflicto israelí-palestino o una reconstrucción épica de la tragedia, Fehlbaum opta por un enfoque contenido y deliberadamente frío, restringiendo la narrativa a la sala de control de la cadena ABC. En ese sentido, la película se erige como un ejercicio meticuloso sobre la cobertura mediática de eventos catastróficos, sin ofrecer una mirada emocionalmente envolvente sobre las víctimas ni un análisis de las causas y consecuencias del suceso.
Desde el primer momento, Septiembre 5 establece su tono sobrio y calculado. Nos encontramos en la redacción de ABC, donde el productor Geoffrey Mason (John Magaro), junto con Roone Arledge (Peter Sarsgaard) y Marvin Bader (Ben Chaplin), reaccionan en tiempo real a la creciente crisis. A diferencia de otras películas que tratan eventos históricos desde una perspectiva amplia, aquí la cámara nunca abandona este espacio cerrado, reforzando la sensación de confinamiento e impotencia que experimentan los periodistas. La atmósfera claustrofóbica es palpable, pero también se convierte en una limitación narrativa, ya que restringe el alcance de la historia y deja en la sombra elementos esenciales del conflicto que se desarrolla afuera.
Uno de los mayores aciertos de Fehlbaum es su capacidad para capturar la intensidad del periodismo televisivo en su estado más crudo. La película reconstruye con precisión el proceso de recopilación, edición y emisión de noticias, ilustrando cómo la televisión en vivo transforma la tragedia en espectáculo. Cada decisión editorial se siente como un dilema moral: ¿mostrar o no mostrar ciertas imágenes? ¿Transmitir información en tiempo real con el riesgo de alertar a los perpetradores? Estos dilemas son el corazón del film y lo que lo diferencia de otros dramas históricos.
Sin embargo, esta fidelidad al proceso periodístico también actúa en detrimento de la narrativa. El guion de Moritz Binder y Alex David está tan obsesionado con los detalles técnicos que olvida desarrollar a los personajes más allá de su función dentro de la redacción. Mason, Arledge y Bader son figuras intrigantes, pero la película no se detiene lo suficiente en sus motivaciones, frustraciones o evolución emocional a lo largo de la crisis. Esta falta de profundidad impide que el espectador se involucre emocionalmente con la historia y reduce la película a un ejercicio de observación más que a una experiencia inmersiva.
A nivel técnico, Septiembre 5 destaca por su diseño de producción meticuloso. La recreación de la redacción de ABC y el uso de imágenes de archivo integradas con la dramatización refuerzan la autenticidad del relato. Sin embargo, esta precisión visual no se traduce en una dirección dinámica. Fehlbaum, a pesar de su meticulosidad, mantiene un estilo visual demasiado contenido, casi estéril. La ausencia de un punto de vista más expresivo o de una puesta en escena más arriesgada hace que, en varios momentos, la película se sienta como un documental dramatizado más que como un thriller cinematográfico.
El elenco, a pesar de estar compuesto por actores talentosos, se ve limitado por el enfoque de la película. John Magaro entrega una actuación sólida como Mason, transmitiendo la urgencia y el peso de la responsabilidad de un productor de noticias en una crisis, pero el guion no le da suficiente material para explorar su psicología. Peter Sarsgaard, siempre fiable, encarna a Arledge con la autoridad y el pragmatismo que el personaje requiere, pero de nuevo, sin una evolución significativa. La única actuación que realmente sobresale es la de Leonie Benesch, quien interpreta a una traductora alemana que, en sus pocas escenas, logra transmitir el peso emocional del pasado nazi de Alemania en la cobertura del evento.
El tratamiento del conflicto israelí-palestino es uno de los aspectos más problemáticos de la película. Mientras que Spielberg en Munich abordó la tragedia desde una perspectiva humanista y multidimensional, Fehlbaum elige la neutralidad como un recurso estilístico. La película nunca se aventura a explorar las razones detrás del ataque de Septiembre Negro, ni intenta darle humanidad a los perpetradores. Si bien este enfoque puede justificarse como una decisión consciente para reflejar la limitada perspectiva de los periodistas en ese momento, también resulta en una representación desbalanceada del evento. Al borrar cualquier contexto sobre los secuestradores, la película cae en la misma trampa que los medios de comunicación tradicionales: reducir a los atacantes a meras sombras sin historia ni motivación.
Otro problema radica en la estructura narrativa. La primera mitad de la película logra generar tensión gracias a la incertidumbre de la situación y el frenesí del equipo de noticias tratando de organizar la cobertura. Pero conforme avanza la historia y la crisis se prolonga, la repetición de escenas de decisiones editoriales, discusiones técnicas y fragmentos de la transmisión original comienza a desgastar el impacto inicial. La segunda mitad de la película pierde fuerza porque no hay un clímax narrativo claro, ni una exploración profunda de las repercusiones de la tragedia.
Dicho esto, Septiembre 5 sigue siendo una película valiosa por su retrato de los medios de comunicación en un momento de crisis. Es un filme que no busca emocionar ni conmover, sino examinar cómo la televisión moldea nuestra percepción de los eventos históricos. Aunque no alcanza el nivel de profundidad de otras películas del género, sí ofrece un testimonio intrigante sobre la relación entre el periodismo y la tragedia.
CONCLUSIÓN
Septiembre 5 es un thriller periodístico meticulosamente construido, pero limitado por su enfoque excesivamente técnico y su falta de profundidad emocional. Su mayor fortaleza radica en la recreación de la sala de control de ABC y en su exploración de los dilemas morales del periodismo en vivo. Sin embargo, su negativa a contextualizar la crisis de Múnich y su falta de un desarrollo de personajes significativo impiden que la película trascienda como una obra verdaderamente impactante. Fehlbaum logra capturar la tensión del momento, pero se queda corto en darle significado más allá del sensacionalismo mediático. Para aquellos interesados en la historia del periodismo televisivo, Septiembre 5 será un estudio fascinante; para quienes busquen una exploración emocional o política del evento, la película se sentirá incompleta.
Septiembre 5 llegará a los cines peruanos el jueves 27 de febrero. Puedes ver el tráiler a continuación.