Spirit of the North 2 | Análisis (PC)

(7/10) RECOMENDADO

Hay juegos que gritan su grandeza con fuegos artificiales y explosiones. Otros, en cambio, prefieren el silencio, el susurro del viento y una huella leve en la nieve. Spirit of the North 2 pertenece sin duda al segundo grupo. No necesita decir mucho para ser comprendido, y de hecho, parte de su belleza está en lo que calla. Esta secuela desarrollada por Infuse Studio toma todo lo que hizo especial al primer título y lo extiende en direcciones nuevas, sin alterar su corazón. Es una continuación que apuesta por la maduración más que por la revolución, y lo hace con notable sensibilidad.

Gracias a Infuse Studio por el código para prensa usado en la realización de este análisis.

Volvemos a encarnar al zorro rojo, solitario y sereno, pero esta vez no estamos completamente solos. Nos acompaña un cuervo —y no es un simple adorno—, sino un compañero que aporta una capa mecánica y emocional al viaje. Lejos de convertirse en un juego de acertijos en pareja, como Brothers o It Takes Two, aquí la cooperación se construye desde la armonía con el entorno, no desde el conflicto o la comedia. El cuervo no habla, ni hace bromas, ni roba protagonismo. Solo está ahí, para ayudarte a alcanzar lugares que antes parecían imposibles.

Lo primero que llama la atención es lo visual. El equipo de Carolina del Norte ha creado un mundo que, sin necesidad de ray tracing ni tecnologías de última generación, logra capturar algo que pocos videojuegos consiguen: la sensación de lo sublime. Desde glaciares que resplandecen bajo una aurora boreal, hasta ruinas bañadas por luz filtrada, Spirit of the North 2 hace que te detengas solo para mirar. Y no es un mirar superficial; es una observación atenta, casi meditativa, que forma parte del acto de jugar.

A nivel estructural, el juego da el salto hacia un mundo más abierto, divido en biomas interconectados que invitan a la exploración cuidadosa. No hay mapas detallados ni brújulas mágicas. En su lugar, una estela roja en el cielo actúa como guía vaga, y el resto depende de tu curiosidad. No todo es accesible desde el principio: algunas zonas requieren habilidades específicas que vas desbloqueando a lo largo del juego, creando una progresión más orgánica que basada en menús o estadísticas.

Y sí, Spirit of the North 2 sigue sin tener combate, sin inventario complejo, sin objetivos escritos. En lugar de eso, tiene silencios, música ambiental, puzzles ambientales y una narrativa visual que, para muchos, puede resultar más poderosa que cualquier cinemática. Aquí no se mata a nadie ni se salvan mundos con espadas flamígeras. Aquí se camina, se observa, se siente. Algunos dirán que eso no es jugar, pero quienes entren en su ritmo descubrirán lo contrario: es una forma distinta, pero legítima, de contar una historia.

La presencia del cuervo, aunque simple en funcionalidad, añade profundidad. Una vez desbloqueada la habilidad correspondiente, puedes planear largas distancias con su ayuda, acceder a zonas elevadas o aprovechar las corrientes de aire. A nivel de diseño, esto permite que los escenarios tengan más verticalidad y un enfoque distinto en los rompecabezas. No es revolucionario, pero es efectivo y se integra de manera natural en el flujo contemplativo del juego.

Sin embargo, no todo funciona con la misma armonía. El sistema de salto automático hacia marcadores azules —una especie de ayuda para facilitar el movimiento en zonas específicas— es una espada de doble filo. Aunque útil cuando funciona bien, en momentos de exploración libre puede volverse impredecible, haciendo que el zorro salte en direcciones no deseadas simplemente porque el marcador apareció donde no debía. Sumado a una cámara que no siempre responde con precisión, esto puede generar frustraciones puntuales que rompen un poco el encanto general.

El sistema de progresión del zorro también se queda corto. Subir puntos de vida y desbloquear poderes es útil, pero se siente algo plano, repetitivo. El juego no pretende ser un RPG, claro está, pero si se opta por incluir mejoras, es válido esperar algo más que tres variaciones del mismo efecto. Por fortuna, el énfasis sigue estando en lo ambiental, en los detalles y en el descubrimiento, por lo que estas pequeñas carencias no desvían demasiado la experiencia.

Aun con estas fallas, es difícil no quedar atrapado por la atmósfera. Spirit of the North 2 tiene la capacidad de transformar lo cotidiano —una cueva, una ladera nevada, una estructura olvidada— en algo místico. El secreto está en su diseño de arte, pero también en cómo estructura sus momentos. Los cambios de luz, la música, la escala de los espacios: todo está dispuesto para generar asombro sin necesidad de palabras.

También es de agradecer que, pese a sus ambiciones más amplias, el juego conserve su identidad. No se ha vuelto más ruidoso, ni ha añadido elementos solo por parecer “más videojuego”. Se nota que Infuse Studio entiende qué hizo que su primer título conectara con una parte del público: la honestidad. Esta secuela, a pesar de apuntar más alto, sigue siendo igual de honesta en su propuesta.

Otro detalle que brilla es la forma en que el juego “habla” sin hablar. Los niveles están construidos con tanta coherencia que rara vez necesitas instrucciones. Un árbol caído, una luz en la distancia, la disposición de las rocas: todo te empuja intuitivamente en la dirección correcta. Este lenguaje visual recuerda a lo mejor de títulos como Journey o Inside, donde la arquitectura del mundo cuenta más que cualquier diálogo.

El modo foto, por cierto, es excelente. No solo te permite capturar los mejores ángulos de tu zorro y su entorno, sino que se convierte en una herramienta para disfrutar aún más de la experiencia. Es como si el juego te diera permiso para detenerte, respirar hondo y admirar lo que tienes delante. ¿Cuántos títulos realmente te invitan a eso?

Dicho esto, hay que aclarar que no es un juego para todos. Quienes busquen acción, velocidad o adrenalina, probablemente lo abandonen tras media hora. Su ritmo es pausado, su progreso a veces exige paciencia, y la ausencia de recompensas inmediatas puede desorientar a más de uno. Pero quienes estén dispuestos a dejarse llevar encontrarán algo muy valioso: un espacio distinto, donde el acto de jugar se convierte en un ejercicio de contemplación.

CONCLUSIÓN

Spirit of the North 2 está disponible en PC a través de Steam, en PlayStation 5 y Xbox Series X|S. Puedes ver el tráiler de lanzamiento a continuación.