(7/10) RECOMENDADA
Star Wars: Tales of the Underworld parece decidido a responder una pregunta que nadie hizo: «¿Y si exploramos el lado más oscuro y criminal de la galaxia, pero en 90 minutos troceados en segmentos que sólo los fans empedernidos podrán entender por completo?» La nueva entrega de esta antología animada de Lucasfilm, dividida como siempre en dos bloques narrativos de tres episodios, se aleja de la accesibilidad que tenía Tales of the Jedi y del equilibrio moral de Tales of the Empire, para meterse en un callejón oscuro donde el canon, los guiños y las precuelas reinan sobre el desarrollo real de personajes y emociones.
La primera mitad de esta serie se enfoca en Asajj Ventress, la cazarrecompensas de sables curvos que pasó de ser aprendiz Sith a una figura solitaria con una moral difusa. Y aunque Nika Futterman sigue encarnando al personaje con firmeza y matices, el material que le rodea exige demasiado conocimiento previo como para que el espectador promedio conecte con lo que está pasando. Referencias a The Clone Wars, The Bad Batch y hasta la novela Dark Disciple están por todos lados, sin que la serie haga mucho esfuerzo por poner al día a quien no haya hecho la tarea.
Eso no significa que Ventress no tenga sus momentos. Verla desenvolverse en un mundo post imperio, escoltando a una nuev pupilo mientras sortea cazarrecompensas y amenazas imperiales, tiene algo de encanto. Y hay un esfuerzo genuino por mostrarla en un punto intermedio entre redención y pragmatismo letal. Pero la estructura misma de estos cortos impide que cualquier relación o dilema moral tenga el peso que se merece. La nueva aprendiz apenas tiene tiempo de desarrollarse, y las decisiones dramáticas que se toman parecen consecuencia de lo que ya sabíamos de Ventress, no de lo que ocurre en estos episodios.
Lo que resulta más frustrante es que la historia parece tener claro que es una «epílogo emocional» para Ventress, pero no le da ni la duración ni la profundidad necesarias para que eso funcione. En lugar de un cierre significativo, nos quedamos con una especie de coda decorativa que sólo tiene sentido para quienes conocen cada uno de los 133 episodios de Clone Wars y han seguido todas sus ramificaciones. Es un guiño bonito, pero uno que está condenado a perderse para la mayoría.
Y sin embargo, comparado con lo que viene después, el arco de Ventress se siente casi entrañable. Los tres episodios dedicados a Cad Bane tienen el raro problema de pretender contarnos su origen como si fuera un western trágico al estilo Unforgiven o El bueno, el malo y el feo, pero con tan poco tiempo y desarrollo que todo se siente como una película recortada a golpes. Lo que debería ser una historia de caída moral o de transformación se convierte en una secuencia de postales estilizadas, interrumpidas por saltos temporales que desdibujan cualquier progresión real.
El diseño de escenarios y los tonos sepia que evocan una era de desesperanza económica tienen intención, pero no sustancia. Vemos a Bane pasar de huérfano a adolescente malhumorado, a pistolero profesional, y si uno pestañea, se pierde todo el desarrollo emocional en el camino. Los personajes secundarios que orbitan su vida, como su amigo-que-será-enemigo Nero, aparecen y desaparecen como si fueran notas al pie, sin peso emocional ni impacto real.
Quizá lo más desconcertante es que, a diferencia de Ventress, Bane nunca fue un personaje particularmente interesante. Su popularidad venía de diseño, actitud y puntería, pero nunca tuvo una historia personal que justificara una precuela emocional de 45 minutos. Y este intento de darle profundidad, aunque visualmente cuidado, cae en lugares comunes y arcos narrativos que ya hemos visto decenas de veces, sin el espacio necesario para hacerlos propios.
A pesar de todo esto, hay momentos que rescatan el intento. Algunas secuencias de acción están bien coreografiadas, y hay un esfuerzo artístico por emular los códigos visuales del western clásico, con duelos enmarcados por fundidos lentos y close-ups a miradas encendidas. Pero esas decisiones estilísticas, por más atractivas que sean, no pueden cargar con el peso de una historia que no logra ganarse nuestro interés.
Y ahí está el verdadero dilema de Tales of the Underworld: tiene el empaque, tiene la animación, tiene incluso buenas actuaciones de voz, pero carece de la claridad narrativa y el enfoque emocional que hacía que Tales of the Jedi funcionara tan bien. Aquella serie sabía que estaba trabajando con personajes ya conocidos, pero lograba presentarlos en situaciones que decían algo nuevo sobre ellos, sin depender exclusivamente del bagaje externo.
Tales of the Empire, con sus luces y sombras, al menos jugaba con arcos de redención y conflicto que se sentían urgentes. Acá, lo que tenemos es una celebración algo autoindulgente del lore, un regalo para los fans que han memorizado el canon y que se emocionan con cada mención a Savage Opress, pero que no se preocupa por contar historias con fuerza dramática por sí solas.
Eso no quiere decir que la serie sea un desastre. Hay mérito en el trabajo de animación, en las actuaciones vocales y en el diseño de sonido. Algunas decisiones estéticas tienen verdadero peso, como la forma en que el entorno refleja el viaje emocional de los personajes. Pero incluso esas virtudes se sienten sofocadas por la necesidad de encajar piezas dentro del rompecabezas del canon, en lugar de construir historias que puedan sostenerse por más que el contexto externo.
El resultado final es una entrega que se siente como un episodio perdido para cada uno de sus protagonistas. Algo que puede disfrutarse superficialmente, pero que no invita a la revisita ni deja huella real. Para los fans de Ventress o Cad Bane, habrá sin duda momentos valiosos, pero para el espectador casual o incluso para el fan de Star Wars que no ha seguido cada producto animado o cada novela complementaria, la experiencia es fragmentaria, confusa y, a ratos, poco gratificante.
Y esto nos lleva a una preocupación más grande que Tales of the Underworld: la creciente dependencia de Star Wars en su propio canon como bastón narrativo. Cuando contar una historia requiere un glosario previo de libros, series, cómics y videojuegos, algo se ha perdido en el camino. La riqueza del universo ya no está al servicio de nuevas historias, sino que se ha convertido en la historia misma. Y eso, lejos de expandir la galaxia, la reduce.
Quizá el futuro de esta antología debería mirar hacia personajes más nuevos, hacia relatos con principio y fin que no dependan de la enciclopedia galáctica. Porque cuando Star Wars se atreve a contar historias independientes con identidad propia, brilla. Pero cuando se mira demasiado al espejo, como ocurre aquí, corre el riesgo de convertirse en una celebración para unos pocos, en lugar de una aventura para todos.
CONCLUSIÓN
Star Wars: Tales of the Underworld es, en definitiva, una obra bellamente animada que tropieza por su obsesiva reverencia al canon. Entre homenajes, referencias y saldos emocionales de personajes que ya tuvieron su cierre, se olvida de contar historias que emocionen por sí mismas. Y en una galaxia donde siempre hay algo nuevo que explorar, eso es una oportunidad desperdiciada.
Los 6 episodios de Star Wars: Tales of the Underworld están disponible a partir de hoy, 4 de mayo, en exclusiva por Disney+. Puedes ver el tráiler a continuación.