(7/10) Recomendado
Aunque nunca he jugado a conciencia una partida de League of Legends, si me considero un fan de la serie Arcane, es por eso que me aventuré a probar The Mageseeker: A League of Legends Story, un proyecto derivado de la franquicia que busca expandirse hacia nuevas audiencias. The Mageseeker nos traslada a un RPG de acción isométrico que cuenta la historia del campeón Sylas, quien se rebela contra sus captores utilizando su magia y altera las relaciones de poder en el universo. Aunque la trama de venganza no es original, está bien escrita y equilibrada, proporcionando la base necesaria para comprender la narrativa.
Gracias a Riot Games por el código de prensa usado en este análisis.
Teniendo en cuenta que The Mageseeker no busca revolucionar el género, las mécanicas de combate y exploración operan eficazmente debido a la claridad de intenciones del juego y su hábil implementación, lo que resulta en un tipo de juego ágil y dinámico que incorpora combos y se inspira en títulos como Hades y otros similares. Esta influencia se refleja en la capacidad de adquirir movimientos y combinaciones cada vez más intrincados, generando un nivel de desafío gradualmente ascendente. El juego se adhiere a la regla de diseño de ofrecer una curva de aprendizaje accesible pero difícil de dominar, perceptible en la hábil adaptación a la diversidad de ataques enemigos y su multiplicidad en pantalla. Inicialmente, nos encontramos con una dinámica ya familiar para quienes conocen el género, con combos convencionales y esquivas necesarias, pero a medida que avanzamos, nuestro dominio del entorno y sus elementos se vuelve más profundo, permitiéndonos aprovecharlos a nuestro favor. La progresión constante es notoria, ya que las nuevas habilidades que adquirimos, como reflejar un hechizo agresivo, se vuelven esenciales en etapas posteriores. En contraste con otros títulos, aquí la acumulación en nuestro árbol de habilidades no se limita a opciones, sino que se convierte en un marco integral de posibilidades para superar desafíos que podrían resultar abrumadores si no variamos nuestro enfoque de ataque y defensa personal estándar.
No obstante, se observa un desequilibrio entre el crecimiento gradual de la capacidad de combate y los obstáculos que definen la esencia de LoL: su trasfondo narrativo. The Mageseeker abusa de la repetición tanto en términos de entornos como de desafíos, limitando severamente su variedad a un puñado de arquetipos enemigos que proliferan hasta la exasperación en pantalla, sin que su comportamiento de horda esté justificado dentro del contexto del juego. Esto no solo erosiona la riqueza narrativa que debería presentar una nueva perspectiva de este cautivador mundo, sino que también resta inmersión a la experiencia. A pesar de esto, despojado de su contexto, el juego es preciso y pulcro en su ejecución. La utilización de la evasión como elemento estratégico es especialmente destacable, ya que aprender a emplearla para reposicionarse resulta sumamente gratificante. Los combos encadenados también siguen esta premisa: si inicialmente pueden tentarnos a recurrir al simple aporreo de botones, rápidamente se revela que la precisión bien calculada supera a la impulsividad de pulsar compulsivamente hasta que la acción deje de ser efectiva. En esencia, lo que tenemos aquí es una propuesta sólida que abraza la idea de que la efectividad deriva más de la precisión que de la celeridad.
No obstante, si bien abrazar un enfoque de acción más meticuloso es posible, el juego se despliega como una auténtica exhibición de efectos y acontecimientos en pantalla. Su estilo artístico pixelado aporta un encanto innegable a The Mageseeker, infundiendo vitalidad a través de la paleta de colores variada, dotando de personalidad y carisma tanto al protagonista como a sus aliados y adversarios. Este estilo vibrante también da vida a los espectaculares hechizos elementales que dominan el juego. No obstante, esta audacia artística no se traduce igualmente en la composición de los entornos, que tienden a volverse monótonos con rapidez, menguando en cierta medida su impacto estético. Si bien el diseño escenográfico es apropiado y la interfaz del usuario (HUD) está bien ejecutada, la ubicación de las batallas resulta poco cautivadora en gran parte de la experiencia. No obstante, hacia el final, con la constante vorágine visual en pantalla, esto se desvanece en cierta medida.
En términos de gestión, el juego presenta soluciones muy acertadas, con menús directos, una tipografía en consonancia con la estética que resulta agradable y un sistema de árbol de habilidades que es didáctico y de fácil comprensión, a pesar de su inicial apariencia sobredimensionada para la magnitud del juego. Se agrega a esto el forjado tradicional, disponible casi desde el comienzo en las primeras misiones, lo que permite adquirir mejoras definitivas y favorece a aquellos que se adentran en las pocas pero esenciales rutas alternativas de las misiones. Junto con los beneficios de las misiones secundarias, nada parece quedar fuera de lugar y todo se entrelaza hábilmente en el diseño general. En ocasiones, se echa en falta un poco más de exploración alternativa, jefes opcionales y otros elementos característicos de los RPG, aunque esta carencia podría atribuirse a mi deseo de aún más de lo que ya ha sido ejecutado de manera tan magistral.
Por otro lado, la combinación de veloces dinámicas con audaces elementos estéticos puede volverse molesta, especialmente en la segunda mitad de la campaña. La abundancia de elementos en la pantalla nos deja perplejos acerca de lo que realmente está ocurriendo. Hubo numerosas ocasiones en las que intentaba comprender lo que estaba presenciando, malgastando momentos valiosos solo para discernir si estaba colisionando o siendo impactado por destellos, chispas, explosiones y otros efectos pirotécnicos. Todo esto puede resultar agotador mentalmente en sesiones prolongadas, menoscabando parte de la característica ligereza presente en juegos como este, careciendo de un peso dramático significativo. Todo sucede a una velocidad vertiginosa, atravesamos entornos como pasillos con zonas de combate interconectadas, y cada fase no perdura mucho. Este es precisamente el tipo de juego ideal para encajar en esos quince o veinte minutos de entretenimiento sin complicaciones.
La banda sonora, a pesar de volverse confusa en momentos tensos, tiene composiciones musicales de excelente calidad que transmiten una sensación de calma íntima sin perder el dinamismo y el ritmo de los combates. La mezcla de estilos instrumentales evoca lo épico, lo tribal y matices regionales, creando una autenticidad que escapa de los estereotipos. Aunque las canciones no son especialmente memorables, logran eficientemente generar urgencia en los momentos llenos de acción y serenidad en las transiciones. La localización completa del título, con doblaje y texto, destaca, y los diálogos opcionales y documentos enriquecen la narrativa. A pesar de algunos errores de traducción, la obra mantiene la alta calidad de la franquicia en el país.
CONCLUSIÓN
Aunque la fórmula de The Mageseeker no sea la más original, si resulta un juego hábilmente estructurado, repleto de detalles que agradarán a los seguidores de la franquicia madre y demuestra ser una estrategia exitosa para atraer a diferentes audiencias. Se atreve a innovar en lugar de repetir opciones de diseño pasadas y brilla en su acción audaz, apelando a los aficionados de la acción desenfrenada de antaño. Aunque funciona como experiencia independiente, tanto los novatos como los veteranos encontrarán satisfacción con esta expansión del universo de League of Legends.
The Mageseeker: A League of Legends Story está disponible ahora mismo en Nintendo Switch, PlayStation, Xbox y PC. Puedes ver el tráiler de jugabilidad a continuación.