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Tornados (Twisters) | Análisis

(7.5/10) Recomendado

El regreso de Tornado a la gran pantalla con Tornados (Twisters), casi tres décadas después de la original, llega en un contexto cinematográfico y social diferente. La fascinación por los tornados y los desastres naturales ha evolucionado, en parte gracias al acceso casi ilimitado a imágenes de tormentas reales en internet. Esta secuela independiente, dirigida por Lee Isaac Chung y protagonizada por Daisy Edgar-Jones y Glen Powell, se enfrenta al desafío de mantenerse relevante y emocionante en un mundo donde los espectadores pueden ver auténticos encuentros con tornados con solo unos clics.

Tornados toma elementos del clásico de 1996, pero los amplifica con la intención de crear un espectáculo aún mayor. La premisa se centra en Kate, una investigadora de tornados interpretada por Daisy Edgar-Jones, quien ha desarrollado una técnica para detener estos fenómenos naturales mediante el uso de reactivos químicos. El filme nos sumerge en la peligrosa pero fascinante vida de los cazadores de tormentas, una comunidad que ha crecido en notoriedad y popularidad con el auge de plataformas como YouTube. Aquí, Glen Powell da vida a Tyler, un temerario YouTuber conocido como el «domador de tornados«, cuya audaz presencia y enfoque irreverente chocan con la seriedad científica de Kate.

La dirección de Lee Isaac Chung, conocido por su trabajo en Minari, se enfrenta a la tarea de equilibrar el drama humano con el espectáculo visual. Mientras que en Minari Chung exploró la complejidad de las relaciones familiares y la lucha por el sueño americano, en Tornados se adentra en terrenos más comerciales, manejando una narrativa que exige un ritmo vertiginoso y un despliegue constante de efectos especiales. Sin embargo, a pesar de su experiencia en crear personajes profundos y escenarios íntimos, Chung no logra dotar a Tornados del mismo nivel de autenticidad y conexión emocional que caracterizó su obra anterior.

Los efectos visuales son, sin duda, uno de los aspectos más destacados de Tornados. Los tornados que se despliegan en pantalla están diseñados con un realismo impresionante, gracias a los avances tecnológicos que han mejorado significativamente desde la década de los 90. Sin embargo, aunque estos tornados sean técnicamente impresionantes, carecen del impacto visceral y la sensación de amenaza inminente que la original supo capturar. Esto puede deberse en parte a que los espectadores modernos están más familiarizados con la apariencia y el comportamiento de los tornados reales, lo que eleva sus expectativas y disminuye el impacto de los efectos generados por computadora.

La química entre Daisy Edgar-Jones y Glen Powell aporta una dosis de frescura y dinamismo a la película. Edgar-Jones interpreta a Kate con una mezcla de vulnerabilidad y determinación, construyendo un personaje que es simultáneamente fuerte y marcado por un trágico pasado. Powell, por su parte, encarna a Tyler con un carisma desenfadado y un atractivo casi irreal, personificando el arquetipo del héroe moderno adaptado a la era digital. Su relación en pantalla evoluciona de la fricción inicial a una alianza forjada en el fuego de la adversidad, aunque este desarrollo sigue caminos previsibles que no logran sorprender realmente al espectador.

Uno de los puntos más interesantes de Tornados es su reluctancia a abordar explícitamente el cambio climático, un tema que parece inevitable dado el contexto de desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos. La omisión de este tema crucial puede percibirse como una oportunidad perdida para darle a la película una mayor profundidad y relevancia contemporánea. En un momento en que el cambio climático es una preocupación global, la decisión de evitar mencionarlo de manera explícita en una película sobre fenómenos meteorológicos extremos resulta desconcertante y un tanto desconectada de la realidad actual.

El guion de Tornados, escrito por Mark L. Smith, se esfuerza por equilibrar la acción trepidante con momentos de introspección y desarrollo de personajes. Sin embargo, este equilibrio no siempre se logra de manera efectiva. Aunque hay intentos de profundizar en las motivaciones y los traumas de los personajes, estos momentos a menudo se ven eclipsados por la necesidad de avanzar rápidamente hacia la próxima gran secuencia de acción. Los personajes secundarios, interpretados por un talentoso elenco que incluye a Anthony Ramos y Sasha Lane, no reciben suficiente tiempo en pantalla para desarrollar plenamente sus roles, lo que resulta en un desperdicio de potencial actoral.

En cuanto a la narrativa romántica entre Kate y Tyler, Tornados ofrece una versión ligera y accesible del romance, adecuada para su público objetivo. Sin embargo, este romance se siente en ocasiones forzado y subordinado a la trama principal de la caza de tornados. La tensión romántica se maneja con fórmulas familiares y diálogos que, aunque efectivos, no logran elevar la historia a algo verdaderamente memorable.

Tornados es, en última instancia, una película de entretenimiento veraniego que cumple con su objetivo de ofrecer un espectáculo emocionante y lleno de acción. La película consigue capturar la atención del público con sus impresionantes efectos especiales y escenas de desastre, y la dinámica entre los protagonistas mantiene el interés. Sin embargo, al compararla con la original de 1996, Tornados se queda corta en términos de innovación y profundidad emocional. Los tornados en pantalla pueden ser más grandes y más detallados, pero carecen del impacto visceral que hizo de Tornado un clásico del cine de desastres.

En resumen, Tornados es una secuela que, aunque entretenida, no logra superar las expectativas establecidas por su predecesora ni por la realidad de los tornados en la era de internet. Es una película que ofrece suficientes momentos de diversión y emoción para justificar una visita al cine, pero que deja una sensación de que podría haber sido mucho más si hubiera aprovechado plenamente su potencial narrativo y temático.

CONCLUSIÓN

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