Un dolor real (A Real Pain) | Análisis

(8.5/10) ALTAMENTE RECOMENDADO

La segunda película dirigida por Jesse Eisenberg, Un dolor real, desafía géneros y expectativas. Mezclando comedia, tragedia, drama histórico y el formato de “película de viajes”, Eisenberg presenta una historia que explora las complejidades del dolor en sus distintas formas. Lo que podría haber sido una propuesta pretenciosa se convierte en una obra equilibrada, tanto emocional como narrativamente, gracias al enfoque preciso del director y a un elenco en estado de gracia.

En el corazón de la película están David (interpretado por Eisenberg) y Benji (un brillante Kieran Culkin), dos primos que viajan a Polonia para reconectar con sus raíces familiares y el pasado de su abuela recientemente fallecida. Este viaje es el punto de partida para explorar sus personalidades y las distintas formas en las que enfrentan el dolor. David, ansioso y metódico, busca controlar un mundo caótico, mientras que Benji, carismático pero autodestructivo, representa la imprevisibilidad de las emociones reprimidas.

Desde el inicio, la película se destaca por su habilidad para moverse entre el humor y el drama sin perder el equilibrio. Eisenberg utiliza el contraste entre David y Benji para generar situaciones que van desde lo cómico hasta lo profundamente emotivo. Un ejemplo claro es una escena en el aeropuerto, donde Benji molesta a David al presumir que envió marihuana al hotel, mostrando tanto la tensión como la dinámica entre los dos. Este tipo de humor, que nace de las diferencias entre los personajes, es uno de los sellos distintivos de la película.

La interpretación de Kieran Culkin es magnética. Su versión de Benji combina el carisma volátil que mostró en “Succession” con una vulnerabilidad que aquí se siente más profunda. Benji es un personaje que resulta encantador y frustrante a la vez, algo que Culkin maneja con impresionante naturalidad. Por su parte, Eisenberg adopta un rol más contenido, sirviendo como el ancla emocional que contrasta con la imprevisibilidad de Benji.

El grupo de turistas que acompaña a los primos añade otra capa interesante a la historia. Con personajes como Marsha (Jennifer Grey), quien busca sus propias raíces, y James (Will Sharpe), un guía británico cuya paciencia es constantemente puesta a prueba por Benji, Eisenberg crea un conjunto que aporta humor, calidez y profundidad. Estos secundarios no solo enriquecen la narrativa, sino que también contextualizan las preguntas más amplias sobre el significado del dolor.

Uno de los aspectos más impactantes de Un dolor real es cómo aborda el Holocausto. La película no esquiva las partes más difíciles del tema, pero lo hace con una sensibilidad que evita el sentimentalismo. Las escenas en lugares como el campo de concentración de Majdanek son poderosas, no por un dramatismo evidente, sino por la elección de Eisenberg de mostrar el silencio y las reacciones contenidas de los personajes ante la magnitud de lo que presencian. Esta sobriedad demuestra la madurez del director.

El guion de Eisenberg también destaca al enfrentar la tensión entre el dolor personal y el colectivo. David y Benji, aunque marcados por la pérdida de su abuela, se ven obligados a reflexionar sobre el peso de la historia y el lugar de su sufrimiento en el contexto de tragedias mayores. Esta idea se manifiesta de manera potente en una confrontación entre Benji y James, donde Benji critica al guía por centrarse en cifras en lugar de permitir que el grupo experimente la emoción del momento.

La cinematografía de Un dolor real es otro de sus puntos fuertes. Las calles desiertas de Polonia, las casas abandonadas y los paisajes cargados de historia crean una atmósfera melancólica y evocadora. Estas imágenes, junto con la música minimalista de la banda sonora, refuerzan el tono introspectivo de la película.

Sin embargo, no todo es perfecto. Hay momentos en los que el ritmo se siente irregular, especialmente en el segundo acto, donde la transición entre la comedia y el drama pierde algo de fluidez. Además, aunque la relación entre David y Benji está llena de matices, algunos elementos de su desarrollo pueden parecer previsibles hacia el final.

A pesar de estos detalles, Un dolor real logra abordar temas universales desde una perspectiva profundamente personal. Jesse Eisenberg reafirma su talento como narrador con una visión única, capaz de equilibrar humor y tragedia con una sensibilidad poco común. La película también consolida a Kieran Culkin como uno de los actores más versátiles y cautivadores del momento.

En Un dolor real, el viaje es tanto físico como emocional y espiritual. Lo que queda al final no son solo las actuaciones memorables o las imágenes evocadoras, sino una reflexión sobre el dolor y su capacidad para conectarnos. Es una película que invita a mirar más allá de las heridas visibles y considerar las cicatrices que llevamos como individuos y como humanidad.

CONCLUSIÓN

Un dolor real llega a los cines peruanos el próximo jueves 23 de enero. Puedes ver el tráiler a continuación.