(8/10) ALTAMENTE RECOMENDADO
El mundo del teatro musical es, en muchos sentidos, un universo paralelo al cine. Lo que en el escenario se vive como un espectáculo íntimo, lleno de texturas tangibles y emociones que atraviesan la cuarta pared, en el cine debe transformarse en un lenguaje visual que no pierda la esencia original mientras se adapta a la escala épica que exigen las salas de proyección. En ese contexto, Wicked: Parte 1, dirigida por Jon M. Chu, asume un desafío titánico: capturar la magia de uno de los musicales más icónicos de Broadway y transportarla a la pantalla grande, sin traicionar el alma del espectáculo ni sucumbir a las trampas del artificio cinematográfico. ¿El resultado? Un film que, aunque imperfecto, logra desplegar sus alas con gracia y, por momentos, desafiar la gravedad.
Desde el primer instante, Chu demuestra un entendimiento innato de los ritmos y matices de los musicales. Su dirección combina un dominio técnico evidente con un respeto reverencial hacia la obra original, especialmente en cómo maneja las transiciones entre los números musicales y las escenas de diálogo. Este equilibrio permite que Wicked: Parte 1 mantenga su esencia teatral, pero con una narrativa visual que la hace accesible a nuevas audiencias. Elphaba y Glinda, interpretadas por Cynthia Erivo y Ariana Grande respectivamente, no solo anclan la historia con su dinámica de opuestos complementarios, sino que también dan a la película una profundidad emocional que resuena incluso fuera del contexto del musical.
Cynthia Erivo ofrece una interpretación robusta como Elphaba. Su voz es el vehículo perfecto para transmitir la complejidad emocional de su personaje, desde la vulnerable esperanza en «The Wizard and I» hasta la feroz determinación de «Defying Gravity». Sin embargo, su actuación dramática, aunque eficaz, a veces puede sentirse un tanto contenida, como si estuviera siguiendo una fórmula segura en lugar de arriesgarse a explorar nuevas facetas del personaje. Ariana Grande, por otro lado, sorprende con una Glinda que equilibra perfectamente el carisma superficial con una sensibilidad más profunda. Su interpretación de «Popular» es tanto un deleite cómico como un retrato matizado de un personaje que lucha con su propio egoísmo.
El diseño de producción es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. El reino de Oz cobra vida con un esplendor visual que mezcla lo fantástico con lo tangible. Las ciudades brillantes y los cielos iridiscentes capturan la grandiosidad que se espera de un mundo mágico, aunque en algunos momentos el CGI excesivamente pulido resta textura y realismo a ciertos escenarios. Por ejemplo, las secuencias que involucran a los monos voladores y a la llegada de los giros de trama principales en torno a «Defying Gravity» son impactantes, pero podrían haberse beneficiado de una estética más oscura y menos saturada, que reflejara mejor la creciente tensión de la narrativa.
El guion también merece mención especial. Logra condensar la historia compleja de Wicked sin que se sienta apresurada o fragmentada, un logro impresionante considerando que la película es solo la primera parte de una adaptación díptica. Las interacciones entre Elphaba y Glinda están cargadas de subtexto, y los temas de tolerancia, identidad y poder se exploran con una profundidad que resuena tanto en el contexto del mundo mágico de Oz como en la realidad contemporánea. Sin embargo, algunos de los momentos más emotivos del musical pierden fuerza debido a una mezcla de sonido que, por momentos, prioriza la claridad de las canciones sobre la inmersión emocional de los personajes.
Los números musicales son, sin lugar a dudas, el corazón de Wicked: Parte 1. «Defying Gravity», la pieza central de la película, está magistralmente orquestada y dirigida. Chu da a la canción el espacio y el protagonismo que merece, permitiendo que Erivo brille en un momento que encapsula el espíritu de la historia. Aunque algunos cortes rápidos y efectos visuales distraen ligeramente del impacto emocional del número, el poder de la música y la interpretación de Erivo logran sobreponerse a estas decisiones estilísticas.
Por otro lado, la secuencia de «Ozdust Ballroom» es un ejemplo brillante de cómo combinar la coreografía, la dirección de arte y la actuación para crear un momento cinematográfico que no solo deleita visualmente, sino que también avanza la narrativa. La comunión y el arrepentimiento que se exploran en esta escena son un recordatorio del talento de Chu para equilibrar el espectáculo con la intimidad emocional.
A pesar de sus muchos aciertos, la película no está exenta de problemas. Para los fanáticos de Broadway, la nostalgia juega un papel crucial en la experiencia de Wicked: Parte 1. Los acordes iniciales de cada canción evocan recuerdos de noches en el teatro y horas escuchando el álbum original. Sin embargo, es difícil determinar cómo esta película resonará con audiencias que no tienen ese bagaje emocional. ¿Logrará captar su atención y convencerlos de la relevancia de la historia?
La respuesta probablemente dependerá de la capacidad de Wicked para establecer su propio lenguaje cinematográfico, algo que aún está en proceso. Aunque esta primera entrega deja claro que Chu entiende y respeta el material fuente, también sugiere que la segunda parte tendrá que tomar riesgos mayores para trascender su estatus como un producto derivado y convertirse en una obra maestra cinematográfica por derecho propio.
En resumen, Wicked: Parte 1 es una adaptación respetuosa, ambiciosa y en gran medida exitosa de un musical que ha definido una generación. Aunque no todos sus hechizos funcionan a la perfección, la película logra capturar la esencia de lo que hace a Wicked especial: su capacidad para contar una historia íntima y universal a la vez, envuelta en un espectáculo deslumbrante. Con una dirección segura, actuaciones memorables y una producción visual de alto calibre, Jon M. Chu establece un sólido punto de partida para la segunda parte. Ahora, solo queda esperar que ese próximo capítulo logre desafiar verdaderamente la gravedad.
CONCLUSIÓN
‘Wicked: Parte 1’ desafía las expectativas con una mezcla de magia visual y momentos conmovedores, destacando el brillante trabajo de Cynthia Erivo y Ariana Grande, aunque a veces su exuberancia CGI diluye la textura emocional de su narrativa; un espectáculo que promete hechizar tanto a fanáticos veteranos como a nuevos espectadores. ‘Wicked’ vuela alto, incluso cuando su escoba tambalea ligeramente.
Wicked: Parte 1 llega a los cines el próximo jueves 21 de noviembre. Puedes ver el tráiler a continuación.